El Origen del Café: Un Viaje a Etiopía, la Tierra del Primer Grano
Enclavada entre montañas y paisajes místicos, Etiopía es el origen del café. En Sidamo, la tradición del cultivo de café es una herencia viva, transmitida de generación en generación. Aquí, los cafetales crecen en altura, en perfecta armonía con su entorno, dando vida a un grano con un perfil de sabor inigualable: notas frutales, achocolatadas y una intensidad cautivadora que lo distingue en el mundo del café de especialidad.

Cuenta la leyenda que el descubrimiento del café se debe a un joven pastor etíope llamado Kaldi. Mientras pastoreaba en las montañas, notó que sus cabras saltaban con inusual energía tras comer unos frutos rojos de un arbusto. Intrigado, probó aquellas bayas y sintió un inesperado estallido de vitalidad. Con la ayuda de un monje, quien tostó y preparó una infusión con los frutos, nació lo que hoy conocemos como café. Aquella bebida se convirtió en un secreto bien guardado en los monasterios etíopes antes de iniciar su travesía por el mundo.
Desde Etiopía, el café cruzó el Mar Rojo hacia Yemen y luego se abrió paso en Arabia, donde se convirtió en parte esencial de la cultura. Más tarde, los comerciantes venecianos lo llevaron a Europa, donde, a pesar de ciertos intentos de prohibición, terminó conquistando a la sociedad con su inconfundible aroma y poder estimulante.
Hoy, el café etíope sigue siendo sinónimo de calidad y autenticidad. Con un cultivo tradicional y un procesamiento meticuloso, Etiopía ofrece granos que expresan la esencia misma del café: intensidad, cuerpo y un equilibrio perfecto entre dulzura y acidez. Ya sea en una Chemex, una cafetera italiana o una prensa francesa, cada método revela nuevas dimensiones de su sabor.
Más que una simple bebida, el café es historia, cultura y ritual. Y todo comenzó en las tierras altas de Etiopía, el verdadero origen del café.
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